¿Cuántas veces pasamos las
hojas de un periódico prestando atención únicamente a los titulares sin prestar
atención a la noticia en sí? ¿Cuántas veces nos pasa esto mismo con aquellos
lugares por donde pasamos, con las gentes que conocemos? ¿Cuántas veces no
hacemos un alto en el camino pensando que lo importante es llegar al destino y
cuanto antes mejor? Hay pequeñas ciudades que precisamente por estar en medio
de caminos o cercanas a ellos no tienen el atractivo ni ejercen la atracción de
otras más populosas y cercanas. Es el caso de Palencia, situada bastante cerca
de Valladolid, Burgos, León y Santander. Este hecho la ha sustraído de ser más
conocida, más admirada, más valorada. Otras le hurtaron el mérito de ser sede
de la primera Universidad de España, la Studium Generale de Palencia,
que ahora reconocen los historiadores. A la llegada a la ciudad nos recibe el
Cristo del Otero cual Cristo del Corcovado abrazando a Tierra de Campos.
Influenciada
durante siglos por su cercanía al Camino de Santiago, sus principales edificios
muestran un compendio de todos los estilos arquitectónicos que se fundieron en
el Camino de las Estrellas. Sin embargo, y esta es mi 1ª razón, esta ciudad
pulcra de recias gentes castellanas ha sabido respetar su pasado con orgullo
para abrirse al futuro sin menoscabar la herencia recibida. Nada disturba su
monumentalidad. Son espacios abiertos los que nos permiten disfrutar de su
Catedral, “La Bella
Desconocida ”; el Convento de San Pablo; la Iglesia de San Francisco,
sede las Cortes Generales en el s. XIV y residencia real; la Iglesia de San Lázaro,
antiguo hospital de leprosos; el Monasterio de las Claras, que guarda la famosa
talla del Cristo de las Claras; o la
Iglesia de San Miguel, donde cuenta la leyenda que el Cid
Campeador se casó con Doña Jimena. Así,
Palencia da la impresión de ser un decorado donde cada pieza encaja y tiene su
lugar.
Aprovechando
que el río Pisuerga pasa por Valladolid, el río Carrión pasa por Palencia. Este
río nacido en la montaña palentina abre sus brazos a la ciudad formando dos
islas y dotando a la ciudad de uno de sus mayores atractivos: sus puentes y
jardines. Esta es mi 2ª razón y para disfrutarlos mi propuesta es un paseo A
Paso Lento por sus orillas desde el Puente de Hierro, que evoca el auge burgués
de la Palencia
de finales del XIX, hasta el
Puentecillas de origen romano y que nos conduce hasta el Parque del Sotillo de
los Canónigos y Huertas del Obispo. Aquí los hayas, chopos, castaños y abedules
prolongan su sombra para cobijarte en los días de verano y el colorido de sus
hojas marca el paso de las estaciones.
Una de las grandes ventajas de las ciudades pequeñas es
que a poco que salgas de ella te encuentras en plena naturaleza. En el caso de
Palencia, la naturaleza se condensa en el Monte El Viejo. Esta es mi 3ª razón.
Su camino de subida, aproximadamente 7 kms, ha devenido en su particular “paseo del colesterol”. Tras llegar arriba
podrás disfrutar de una excelente oferta de ocio con piscinas, rutas de
senderismo, rutas de mountain bike, y unos pintorescos bares y restaurantes que
reciben los nombres de Refugio, Casa Grande y Casa Pequeña o Casa del Guarda.
Desde esta última, hay una magnífica vista panorámica de la ciudad. Con todo,
el Monte El Viejo esconde como uno de sus mayores tesoros una reserva de
ciervos que permite disfrutar de estos animales con la mayor cercanía.
Volvamos a la ciudad, bajemos del monte. El invierno se
hace largo en esta ciudad castellana, sin embargo, y esta es mi 4ª razón, su
gastronomía nos permite afrontarlo de una forma más amable con unas sopas de
ajo castellanas, su famoso lechazo, los mejillones de “La Mejillonera” o
cualquiera de los estupendos pinchos de sus bares.
No quisiera despedirme de Palencia hasta la próxima, sin,
y esta es mi 5ª razón, dejar una curiosidad. Al igual que la portada de la
Universidad de Salamanca tiene su “rana”, la catedral de Palencia tiene entre
sus gárgolas a un personaje que nos retratará con cara de asombro o quizás de
divertimento mientras nosotros tratamos de hacer lo mismo con él. ¿Te atreves a descubrirlo?.......Viaja a Palencia, sal del camino.